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jueves, 28 de agosto de 2014

Los jóvenes de Tiumen






Los jóvenes
El grupo que me acompaña en la imagen me ha ayudado a sacar el billete para ir hasta Novosibirsk. He aprovechado para que me expliquen como es la vida para los jóvenes en una ciudad donde el clima es tan duro.  Todos han encontrado su lugar, estudian y disponen de buenas calefacciones, trabajan y viven en familia.
Son gente amable y han querido enseñarme la ciudad, entre otras cosas me han enseñado como fumar en la calle estando prohibido para ellos y como beber licor mezclado con limonada de manera furtiva. También son niños mimados como lo son aquí y aprenden rápido los placeres de la insurrección…
En la calle los jóvenes juegan con una pelota pequeña y hacen exhibición de sus habilidades, tambien corren a toda velocidad con motos de gran cilindrada.

Observad como juegan las mujeres de hoy en Tiumen
Son niñas que se divierten con la explosión de los sueños,
Sonrisas de Yuri Nikulin entre burbujas de jabón.
Cada mañana van a trabajar bien predispuestas
Y por la noche se transforman en fogosas amantes

miércoles, 27 de agosto de 2014

La escultura urbana en Tiumen







La escultura urbana

Tiumen es una ciudad joven, abierta al devenir con cierta alegría y rápido crecimiento, pero pone los ojos en estéticas del pasado. Todo tiene una mirada Kitsch y eso traspasa el pensamiento, se adhiere al vestido de las gentes, reverbera en la imagen publicitaria, en la escultura urbana  y el imaginario colectivo. De todas maneras he de reconocer que en Tiumen he encontrado algunas obras de interés, una de las mejores estaba situada en el centro de la ciudad, plaza Tsvetnoy, donde la gente se encuentra para sentir la primavera. Otra es la intervención en una fachada donde los libros se han convertido en reclamo social…

Estas damitas del Sena
han perdido el horizonte.
Cómo pueden ir tan lentas
Bordeando las pendientes del río

Las aguas han recorrido el camino,
Con el aliento de siglos se ha trazado.
Los espejos azules iluminan las aguas
y los brazos de la tierra hacen brotar el verde

martes, 26 de agosto de 2014

El sueño de Tyumen

 Sede del gobierno de Tyumen
 Estación del transiberiano
 Fábrica a las orillas del río Turá
 Pasarela peatonal en el río Turá
Arreglos en las orillas del río Turá

El sueño de Tyumen
Estaba cansado y me tumbé sobre la hierba a las orillas del río Turá. Me dispuse a dormir pensando en lo perdurables que son los rayos del sol y en lo livianas que suelen ser las sombras. Al instante quedé dormido, entregado a todos los tiempos, rendido, fundido a la tierra y su memoria.
Entre sueños aparecieron los guerreros de Gengis Kan, una turba interminable me pasó por encima, marchaban amontonados, aullando como lobos conocidos y enlazando gritos de guerra con promesas de amor. Con los brazos en alto invocaban a dioses familiares y pedían las libertades que también son mías. Los “diez mil al galope”, así les llamaron los mongoles, talmucos y turcos… Todos me pasaron por encima y nublaron mi pensamiento en un instante…
A la vez, o quizá antes, posiblemente después, soñé como los cosacos instalaron allí un fuerte. Encima de la ciudad de Gengis lo instalaron; ¡era el lugar exacto! Empezaron a tirar lo que habían hecho "los mil" y a construir una muralla de rocas, un baluarte asentado para vigilar el paso hacia oriente... y allí se quedaron. Entre aquel ajetreo vi pasar a muchos prohombres, todos escribían su nombre entre las piedras, lo hacían para perpetuarse en aquel lugar de ensueño. Entre ellos observé con toda claridad a Yermak Timoféyevich, el que puso la primera piedra de aquella defensa invisible, el que hizo posible que Tyumen disponga hoy de un lecho de hierba para mis sueños.
No escribí mi nombre en una piedra, lo quise hacer sobre la superficie del agua y allí quedó memorizado para siempre.

lunes, 25 de agosto de 2014

Los jugadores de cartas






Los jugadores de cartas
Se llama Loba, es de piel de aceituna, ojos oscuros y activos como los cervatillos. Su cuerpo es proporcionado y de huesos robustos. Es correosa y flexible y en ocasiones se sabe hacer un ovillo en el pequeño espacio de la litera. Tiene una mirada profunda y un sinfín de signos misteriosos que emergen de su rostro; Loba es una belleza natural, una flor del pueblo sin ningún aderezo que no sean los que le han ofrecido los azares del mundo. Él se llama Stendhal y no es escritor ni filósofo; trabaja como peón en una fabrica de manipulación de acero. Tiene un rostro hermoso y abierto, los brazos fuertes y un cráneo dolicocéfalo, quizá es un neandertal adaptado a los tiempos modernos. Viven en Havarostk, trabajan en Chitá y proceden de Ulan-Ude. Él es un hombre enérgico, con rasgos raciales mongoles, ella parece descender de la India, es franca, guapa y con un carácter variable.  Son rusos pero entre ellos hablan el buriato, una de las lengua del extremo este de Siberia.
De todas las personas que he conocido son los que más pautas me han proporcionado para conocer la relación de pareja en Rusia. Criaturas hermosas en plena juventud que actúan en libertad. Estuvimos 42 horas en el mismo compartimento, con los mismos ronquidos y zarandeos del tren. En aquel espacio de tránsito se podían dar muestras en los juegos amorosos. Ellos las practicaban con tanta libertad en el quehacer cotidiano que me llegaron a emocionar. En el trato eran impulsivos y podían pasar de la caricia a la pelea abierta en pocos segundos; no eran juegos sin atribuciones sentimentales ya que ella en algunos casos llegaba a llorar; en ese momento él se transformaba en una luz protectora. Loba mostraba impaciencia y siempre estaba necesitada de atención, si no era así se ponía a dormir o a gemir como un niño. Él era atento y cariñoso, procuraba estar con ella constantemente y por estrecha que parecía la litera, siempre que podía, se situaba junto a ella y le murmuraba al oído...
No llegué a saber que le decía pero ella abría los ojos y cambiaba el semblante. Quiero interpretar sus susurros y llevado por los efectos que causaba interpreto lo siguiente…

En los caminos de hierro
Las corolas se marchitan
Pero en tus labios de miel
Los pasos son como el sueño.

No te fatigues amor…
Pronto estaremos en casa
Tocaremos el verde salguero verde
Con los destellos del alba…


sábado, 23 de agosto de 2014

Barrios obreros en Siberia






Los bloques de cemento
El racionalismo constructivo trajo la gran epidemia de la mala arquitectura y millones de cajas de cemento empezaron a ser “viviendas” en las periferias de las grandes ciudades, cajas para dormir y soñar con otros parajes. Los hogares se perdieron y aparecieron las residencias, los habitáculos de la incomunicación, la soledad y el aislamiento. Ahí es donde vive la clase obrera y donde se precipitan sus sueños; comprar estos habitáculos supone la hipoteca de todo su tiempo, el pozo-trampa donde se entierra de su vida.
Los derechos a una vivienda digna han sido largamente pregonados; lo poderosos, los vociferos del partido, son igual de pomposos en todas partes. Todos prometen estos derechos universales sean de color que sean, pero pocos tienen las ideas y las convicciones morales para mejorar las condiciones de vida de los campesinos, de los obreros. Antes eran pobres y ahora lo siguen siendo y el mañana no existe para ellos; ni en la vida, ni en la tumba.
En el campo, fundidos entre la naturaleza, tenían casas humildes pero adornadas con flores. Por el prado correteaban los niños entre animales domésticos, en el gallinero y las pocilgas están las reservas que les unían al futuro y en un cubierto de chapas guardaban la leña seca para el invierno. Pero cuando ves barrios enteros de asfalto, ciudades de ladrillo y bloques de cemento con algunos colorines para ocultarlo, “me deprimo hasta el llanto y me irrita hasta la rebeldía al constatar los insignificantes “logros” del mundo moderno. Sobre el comunismo en este país, pienso que después de setenta años solo se puede hacer un balance del dolor, la represión y la mentira.
Es tan poco y tan fácil hacerse una casa que hasta los pájaros hacen la suya y son mucho mejores que estos “refugios-jaula” Ante estos cajones del destierro, declaro que esta pésima arquitectura no es más confortable y humana que lo son las barracas de tierra en las planicies del Perú.
¿Caven más mentiras en las cuencas de los ojos? Los beneficios son siempre para unos pocos y los avances tecnológicos no liberarán nunca a las clases populares de su condición de humildes unidades de consumo… ¡nada más que eso…!

miércoles, 20 de agosto de 2014

El soldado desconocido


El caido, el soldado desconocido…
¿Deploro la violencia o me intimida la muerte…? No lo se muy bien pero se que ante los conflictos me retiro, me quedo sin argumentos y opto por el silencio; ¡pienso que soy cobarde! Eso no niega que en mi interior los héroes no se debatan en duelos singulares, se “agranden los justos hasta hacerse rocas como montañas” y perezcan los villanos como hormigas en un vendaval. Soy observador de mis quimeras, que son las mismas que las de los demás y desprecio a la vez que admiro mi condición humana. Contengo los mismos mecanismos, archivos, intuiciones, fantasmas e incertidumbres que los demás. Si hay algo que quiero destacar aquí es el desprecio a la deslealtad, la pequeñez de la traición y el blindaje institucional de los “elegidos”.
Los héroes son figuras retóricas, ladrillos que levantan el complejo edificio de un pueblo; son construcciones póstumas que se sacan de contexto para beneficio de una “causa”. Como digo, son ideales que se elaboran para difundir el deseo de ser como ellos; ¡arquetipos ejemplares! Cada pueblo tiene sus figuras retóricas, más literarias que reales y más soñadas que vividas.
Los pueblos guerreros, los que buscan la grandeza del horizonte y tienen en la historia “figuras para recordar”, siempre omitirán las páginas oscuras de su vida y darán esplendor a aquello que los hace grandes y nobles…
Pienso que en los campos de batalla no hay seres cortados con este patrón y la mayoría son seres numerados y sin nombre que están allí “cautivos”. Cuando se recuerdan los frentes, las trincheras abandonadas, los restos de la batalla, vemos remolinos de viento sobre los campos de trigo; ¡de aquel dolor y agonía ya no queda nada! Entonces se enciende el recuerdo y aparece el monumento al soldado desconocido. Al poder le interesa que la llama sea permanente y el pueblo se mantenga alerta…
Aquí se abre un paréntesis que nos implica a todos; el blanco del papel nos dice que cuando los ídolos no tienen nombre no son nada. Nadie los recordará y a nadie les servirá de ejemplo para aprender en el futuro. Cuando los caídos son los niños de Gaza, los abuelos de Siria, las mujeres de Irak o los campesinos de Camboya, no hay heroísmos para evocar... Cómo se recuerdan a los caídos a machetazos en Ruanda, en Kenia, en Somalia… ¿quién los recordará mañana?

Los soldados sin nombre son armas letales para el futuro…
Obras conmemorativas de Moscú, Ekaterimburgo y Kazán...