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viernes, 3 de octubre de 2014

Los efectos



Los efectos
Llamaron a la puerta: Natacha apareció preocupada, inquieta, asustada. Aparecieron una pareja de jóvenes, más que ellos, entraron hasta la cocina y se abrazaron con pesar. La realidad de aquel momento es que eran cuatro y deliberaban en un interior oscuro con una pistola entre las manos y yo había estado a punto de morir de infarto. Todo eso había sido real y se soportaba sobre un equívoco, ya lo hemos aclarado. Irina no había aparecido y esta idea se antojaba sospechosa para todos. Todos hemos visto demasiadas películas de acción y nuestro imaginario opera más con estos iconos que con aquellos que hemos experimentado en propia carne...
Entonces vi claro que para “fantasear en cuestiones de novela negra” hay que trabajar en un despacho acompañado de una botella de orujo o un buen brandy y si es posible, fuera de “las puertas de acero” hay que tener una cuenta corriente con crédito liberador. Aquella situación era magnífica y daba pie a un relato largo, pero fuera del peligro de aquel lugar y en disposición de una buena biblioteca.
En aquel momento se acercó Serguei con pasos decididos y el rostro desencajado. Su mano derecha estaba ajustada en el bolsillo de la chaqueta y esta se veía claramente abultada. Miraba al fondo del corredor y desviaba claramente la mirada para no mirarme a los ojos… Entonces dijo.
- Aquí no hay secuestro alguno, solo es un equívoco en el turno de las regentas. Irina, una de ellas, se ha accidentado de manera inesperada. Cuando marchó de aquí fue directo al puerto y al montar en una lancha rápida ha caído encima de las hélices... -
Me ha dicho malhumorado, entristecido e inquieto. Entonces he pensado que él dudaba y yo no entendía nada de lo que estaba pasando. El caso de mi encierro ya no tenía relieve alguno. No sé a que ha venido tanta explicación y tampoco si el disgusto era causado por Irina o por la amenaza de que había enviado imágenes a la policía… Viendo que la comunicación no daba para más y apoyado en la carencia de justificaciones creíbles le he espetado.
!Entonces quiero salir de aquí ya mismo...!
-Vale, eres libre de salir cuando quieras, pero antes queremos ver las imágenes del móvil; es una cuestión de privacidad del negocio y ahora tu nos puedes perjudicar-
!No vais ha ver nada y me reservo el derecho a denunciar lo ocurrido...!
Entonces Natacha que había permanecido callada y con las manos juntas entre las piernas, me dijo con una dicción perfecta…
⎯ Rufino, jo estic amb tu, però pensa bé el que fas: no tens cap justificant que demostri que ests hoste d’aquí, no trobaràs a cap persona que et cregui; alguns policies son clients nostres... estàs sol… El que puguis dir sobre el segrest no val res i menys si impliques a Irina. La pobre ja és morta, les hèlices d’una barca l’han destrossat el coll a l’altura de les cervicals, casi ha quedat decapitada…⎯
Me he quedado sin aliento al sentir su lengua con la claridad de la mía, consternado al enterarme con detalles de la gravedad de la noticia, petrificado en mi posición de verdugo, arrepentido de no saber qué era lo que habíamos hecho mal en aquel tiempo. Me he sentido culpable de lo sucedido pero a la vez se ha abierto cierta luz en mi conciencia; nadie es responsable de lo que depara el destino. En aquel instante ha venido a mi mente la turbación inicial de Natacha y la confianza mostrada por la mujer que nos presentó. En el momento de la presentación tuvo dudas de cómo actuar, en el dormitorio quiso aclarar las cosas pero entró Irina y entonces se estableció la complicidad con ella: ambas habían estado haciendo comedia conmigo todo el tiempo y es posible que con su juego “inocente” ellas fueran más culpables que yo de todo lo sucedido.
Pienso que todo se habría evitado con el reconocimiento, un encuentro abierto y sincero… ¿?

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